A los guardianes del mundo falso A los conservadores les digo: Si tanto amáis la sangre, defendedla. Si tanto habláis de familia, recordad que la familia nace del vientre, no del papel. No invoquéis la tradición mientras bendecís la sustitución, ni recéis por la vida mientras aplaudís su falsificación. La adopción no es caridad, es herejía: un sacramento del demonio que convierte la mentira en filiación. Si creéis en la creación, respetad su orden. Dios no adopta: engendra. Y a los progresistas les digo: Si la verdad ya no vale, nada vale. Vuestra compasión sin verdad es el opio del alma; vuestro amor sin origen es un simulacro de amor. Llamáis libertad a lo que os mantiene dóciles, inclusión a lo que os disuelve. Decís que todo es relato, pero incluso el relato necesita un principio. Y ese principio, os guste o no, es la verdad. No hay izquierda ni derecha en el abismo: solo quienes mienten y quienes recuerdan. Y la memoria —esa vieja enemiga del poder— es la única que aún reza por no...